Nos hemos convertidos en extraños
como si estuviéramos viviendo en una isla
uno de cada lado
por ahí, dando una vuelta
siguiendo con atención y deseo reprimido
las pisadas del otro.
Cuando el mar sube achicando espacios
nos encontramos y nos miramos
sentimos el frío de la distancia
la confusión de la desnudez.
El sol baja, y la noche
cargada de pesados recuerdos llega
llega con recuerdos que queman como fuego.
No sabemos que del cielo cuelga triste
llenándose de sombras tuyas y mías
la Luna menguante.
No sabemos
que importante sería ver como ella ve
hogueras que iluminan nuestra soledad
como una sola luz.
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